Poseo un título universitario,él no me pesee a mí,un título de limitación.Dicen que los abogados no saben de amor.No saben de amor los que son abogados,porque ser abogado es no ser.Ser es saber de amor.Y,a pesar de todo y a pesar de todos,nada importa lo que hago ni lo que digo.Puedo deleitarme con cuanta belleza encandile mi vista,dejarme seducir,agitar mis sentidos con todos los placeres,dirigir mis suspiros al otro lado del cielo y ella está ahí,el astro que reina, la luz de todas mis noches,la oscuridad de todas mis ausencias.La sombra de la luna es lo que queda después de mí,es lo que dejo cuando me voy por ahí siendo otra.
No sé cuantos ensueños tengo en la mirada,sin duda él,es uno de ellos,lo llevaré donde mire y lo miraré donde sueñe.Podría darle un nombre,evocarlo cada madrugada en que el delirio me desvele.Pero su nombre me es ajeno si las palabras pierden su antiguo significado,en ese precioso instante en que la conciencia se detiene y abre paso a lo imposible.Voy por las sombras,excitada por el presentimiento del color.El estallido rojo,el azul abismal,y el negro que no tarda en reaparecer.En ese festín de sensaciones,aún sin su nombre,no puedo definir el placer.
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